jueves, 8 de abril de 2010

La Misma Historia

Voy a proponerles algo muy atrevido, muy poco casual, quizá muy riesgoso y es incitarles a leer estas lineas, una historia que no es la misma historia, un relato que nos habla de Luis y Luis no era un chico malo.
Luis no era de acá, era de provincia, y estudiaba en una prestigiosa universidad, una carrera de Ingenierías, póngase ‘Ingeniería de maquinas ‘, una de esas que son así bien jodidas.
El Ingeniero Rondón era un tío alto, canoso y con aires de intelectuales pero del tipo elegante.
Desde los primeros días tuvo simpatía con Luis ya que lo consideraba un muchacho vivaz y talentoso;  por el otro lado Luis Octavio Hurtado Admiraba al Ingeniero Rondón ya que lo consideraba como un maestro sabio y experimentado.
Paso el tiempo y Rondón se fue tomando confianza con los muchachos, tenia su grupo de ‘pupilos’ eran como seis o siete chicos que siempre se reunían después de clases a escuchar una extensa demagogia compuesta por sus historias y consejos.
Poco a poco la imagen que Luis tenia de Rondón, de una persona ética y profesional, un maestro dedicado, se fue desvaneciendo; pero Luis aun lo admiraba debido a que esa imagen fue reemplazada por la de un viejo lobo que se desenvolvía con astucia entre las ramas frondosas de las materias que mas les interesan a los adolescentes.
El Ingeniero Rondón sabio de todo, desde como conquistar a una dama y tener una cita romántica exitosa, hasta como llevarse a la cama a una chica que conociste la misma noche.
Durante las reuniones habituales después de clases, y después de charlar un rato, algunos de los muchachos comentaban sus experiencias, de cómo habían puesto en practica los consejos y técnicas, y de cómo estos habían funcionado.
Luis estaba muy confundido, en su familia siempre le habían inculcado a respetar a las mujeres, aunque su madre murió cuando era pequeño y no tenia hermanas, su padre un hombre honrado, muy caballero y respetado, se dedico a hacer de su hijo todo un caballerito.
Pasaban las semanas y parecía que todos tenían algo que contar a excepción de Luis.
        ¿y tú que me dices Hurtado?
        Yo profe…
        Ya nos dirás… jajá no me decepciones muchacho.
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Luis estaba ahora pensando en Emily, la conocía hace una semana en una discoteca, era amiga de una de las amigas de uno de sus amigos, si me dejo entender.
Conversaron un rato, bailaron y faltaba poquito para que se besen…
¡Diablos! ¡Luis porque serán tan marica! Se repetía a si mismo, solo con trago se armaba de valor; por eso ese fin de semana en la reunión de la casa de Santiago, Luis se emborracho desesperadamente esperando que Emily haga su aparición.
Finalmente eran las eso de las once de la noche, Luis con las justas lograba mantenerse en pie, se puso a orinar en una maceta y alguien le toco el hombro.
   Adivina quien llego…
Inmediatamente Luis se puso pálido, se guardo el paquete ensuciándose todo, pero no le importo, se limpio con la polera y avanzo decidido.
        Hola
        Hola Luis, ¿Cómo estas?
        Bien… ¿vamos afuera un rato?
Salieron, todo estaba borroso, a Luis le sudaban las manos, la música de adentro de la casa le taladraba la cabeza, pero a la vez estimulaba su adrenalina; la beso, la abrazo y comenzó a acariciarla, deteniéndose brevemente considerando que quizá había llegado muy lejos, pero Emily no decía nada, así que prosiguió luego la tomo de la mano y entraron.
        ¿Quieres ir arriba un ratito?
Le susurraba Luis al iodo mientras le respiraba suavemente por el cuello y la oreja.
        No Luis que te pasa…
        De acuerdo, como tú quieras reina.
Luis había seguido todos los consejos al pie de la letra, donde besar, donde tocar, que decir y por ultimo respetarlas y tratarlas como reinas; las mujeres  se vuelven locas y desean con frenesí  ese calor en ese instante pero frente a otras se cohíben y lo niegan, aunque mueran de deseo.
Luis no estaba dispuesto a resignarse, Tomas le dio una pastilla.
        Pónsela  en su vaso, veras como cae… cien porciento efectivo
        No se…
        Oye, ¿no quieres tener algo de acción esta noche?
       
Luego  las mujeres confían cuando uno muestra su lado sensible, se abre y comparte cosas profundas; un requisito que influye a la hora de acostarse es la confianza.

Casi todas las amigas de Emily se habían ido , Luis se quedo todo el rato acompañándola , conversando con ella, contándole historias y secretos de infancia haciéndola reír, dedicándole canciones y poemas.
Luis ya no podía esperar, en un segundo deposito la píldora en el vaso sin que Emily se de cuenta; luego de un rato Emily comenzó a abrasarlo y a cabecear, Luis aprovecho para volver a preguntar.
        ¿vamos arriba un rato?
Ella solo sonrió y lo beso.
Subieron de la mano, Rodrigo y los otros le hicieron gestos de pulgares arriba, el estaba a punto de responderles con una sonrisa picara, pero algo en su interior le metió una patada haciéndolo sentir como una mierda, así que fingió no verlos.
Entraron a la habitación y se dio rienda suelta al show; Luis al principio nerviosísimo, no podía ni moverse hasta que recordó “por fin” voy a tirar caracho, finalmente tendré “algo que contar”.
Luis no sabia muy bien lo que hacia, fue brusco y torpe, incluso Emily quiso sacárselo de encima y gritar, pero el no iba a irse con un trabajo a medias, así que le tapo la boca y puso todas sus fuerzas para contenerla.
En un lapso de breves minutos terminó, todo se le volvió nubloso y se quedo dormido.
Luis despertó y percibió claramente como un dolor profundo le quemaba desde lo mas hondo de su ser, sintiéndose así una basura humana, y no solo por la resaca sino también porque recién adoptaba conciencia del acto cometido, la cama destendida, un aroma a alcohol que se hacia dueño del reducido ambiente, unas manchas de sangre resaltaban en la superficie de las blancas sabanas.
De nuevo siente los deseos de vomitar y de morir; se compone, se lava la cara se viste y se larga.
Hurtado se ausento unos días a la universidad, y jamás logro contar su hazaña, ya casi todo el asunto había quedado en el olvido hasta que llego el fatídico día.
Al salir de la universidad, casi en la puerta estaba Emily esperándolo con dos matones.
Carajo sus hermanos, pensó y se dio media vuelta lo más rápido que pudo, completamente invadido por el pánico.
Lo vieron de lejos, lo corretearon, lo tiraron al piso y le dieron un par de patadas.
        Nuestra amiga quiere hablar contigo, no te hagas el pendejo.
        ¿Cu -cual amiga? – respondió mientras se cubría como una rata asustada.
Emily se acerco y los otros dos se alejaron.
        Luis…
        Hola Emily – respondió desde la comodidad del frio asfalto y con un labio roto- ¿Cómo estas?
  Luis estoy embarazada.
Luis Recostó su cabeza contra el piso con la mirada fija no se donde…  no, esta no puede ser la misma historia y un ¿Dios mío porque me haces esto? ¡Por una puta vez!  Mucho paso por su mente en muy Poco tiempo.
Lamentablemente, era la misma historia, el chico conoce a la chica, el chico las caga todas, el chico la hace abortar, aquí no paso nada señores.
Luis invento una serie de robos para que su padre le enviara el dinero suficiente, llevo a Emily a una clínica medianamente confiable, le realizaron la famosa intervención y luego de eso Luis volvió a su natal Arequipa y no la volvió a ver más.
Pasaron alrededor de dos años,y luis recién se entera que Emily nunca se recupero de la operación que fue mal realizada, le arruinaron el utero, tuvieron que hacerle puntos internos pero aun asi continuaron las hemorragias y se termino muriendo.
Un ex compañero de Luis lo pone al día con toda la desgracia, Luis se encuentra en lima visitando a unos tíos.
Luis esta perplejo, absorto, le pesa el alma, no quiere que su humanidad se pudra, no quiere condenarse, no sabe que hacer, necesita cortar esa gangrena emocional que le ha causado este suceso y la culpa que lo descompone poco a poco.
Por medio de contactos se consigue la dirección de la casa de Emily, dio con la casa, antes de tocar el timbre toma valor como nunca antes en su vida, piensa en un sentido pésame, ¿una disculpa quizá? O averiguar que paso, donde la enterraron…
Toca el timbre, luego de un rato la puerta se abre lentamente.
Luis se queda pálido, se le seca la boca y el corazón se le detiene por un segundo, retrocede unos pasos; del otro lado de la puerta se encuentra un ser de aspecto desagradable, un viejo con los ojos perdidos, repleto de arrugas y la expresión mas certera de un dolor infinito llevado a cuestas, no queda ni un rastro del aire de astucia y elegancia que alguna vez tuvo.
Luis volvió a leer el apellido debajo del número de la casa 223 familia Rondón Aliaga.
No hubo tiempo para nada, Luis simplemente se fue corriendo sin mirar atrás, a llorar a otra parte.



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