Me dijeron que pase a la habitación; abrí la puerta con una sensación
de ansiedad y confianza, la encontré tendida sobre la cama. Su cuerpo excelso
brillaba sofocado de blancura inocente propia de su edad, ella estaba ahí y
temerosa me ofrecía su cuerpo motivada por una voluntad personal que no era precisamente
la de tenerme, sino más bien correspondía más a una necesidad de dinero. La acaricie
lentamente mientras la observaba aun sin ánimos de querer desvestirme, jugaba
con sus senos y con la ínfima apreciación del tacto su mirada parecía cambiar,
ya no estaba asustada, sus pupilas se encendían cada vez más deseosas y a mí me
fascinaba a cada paso la idea de poseer a esa mujer que había degustado solo en
sueños … la que observaba al salir del trabajo pasar tan ligera vistiendo ese
uniforme escolar mientras le preguntaba porque no había respondido mis cartas,
ella solo sacaba su dedo del medio me lo mostraba y se iba, pero ahora pues,
luego de saber en lo que anda metida y la plata que necesita, finalmente puedo
hacerla mía.
Ahora puedo perpetrar la unión de los cuerpos, puedo hacer
de este acto coital la cosa más exquisita que ha probado en su vida, puedo
hacerle sentir un calor muy similar al amor para mi bastaran solo los instantes
sobre su dermis.
Muy cauteloso recorrí su cuerpo con mis labios, la bese por
cada rincón y luego sin previo aviso la penetre con mucha fuerza, me hundí en
su expresión de sorpresa y dolor y en como esta fue menguando cada vez más
hasta exteriorizarse en forma de gemidos de placer.
Resistí hasta que ella no pudo más y exploto en un colosal y
húmedo orgasmo, probablemente el mejor de su vida hasta entonces. Solo ahí descanse
y me tendí a su lado mientras ella recuperaba el aire y me contemplaba sonriente.
Sonriente le respondí: no voy a pagarte ni un centavo por
esto.
No consigo descifrar porque hago lo que hago
Por qué me comporto como me comporto
Por qué traigo chicas a la casa y después de una follada me olvido de sus caras tan rápido como se olvida uno de los sueños que no tienen importancia a la mañana siguiente
Por qué no me afecta en lo absoluto no volver a verlas e incluso verlas llorar
No me afecta
Por qué en la calle me sirven siempre el café tan desabrido solo en mi casa lo tomo como a mí me gusta
No sé por qué, y me es muy difícil recordar aquellas épocas en que no era así
En que no necesitaba nada
Solo que me amen
ala negra es un personaje de una ficción dentro de una ficción perteneciente al cuento 'El Hombre que ríe ambientado en 1928 se trata de un personaje secundario perteneciente a la historia que 'el capitán' relataba a los comanches cada viaje en el autobús, decidí crear otra ficción aparte para el personaje que mas me gusto, ala negra.
Ala negra casi nunca había convivido junto a los de su especie, fue el único cachorro sobreviviente de una camada huérfana, astutamente escondida en una caverna en las afueras del tupido bosque.
desde pequeño aprendió a valerse solo, a cazar o robar comida de algunos campamentos cercanos, observaba de lejos a las manadas mas numerosas y prosperas de la región imitando vagamente sus hábitos y conducta.
como era de esperarse Ala Negra desarrollo un carácter sumamente agresivo y a la par solitario; nunca tuvo pareja y el único contacto que mantuvo con algún congénere sucedió en el marco de una brutal pelea contra un lobo mas viejo que el, Ala Negra resulto victorioso de la contienda, pero a cambio *le fue arrebata la mitad de su oreja izquierda.
Ala Negra había matado ya, sin ninguna ayuda, a dos hombres. El primero fue un aldeano que tuvo la mala suerte de extraviarse casi saliendo del bosque en medio de una tormenta de nieve. Cuando Ala Negra lo diviso, no dudo en clavarle los colmillos, y hundir sus dientes de esa sangre calientita de la que no probaba gota en una semana, fueron malos días.
El segundo fue un osado cazador de avanzada edad que le apunto con un objeto largo y de un meta brillante, Ala Negra se sintió amenazado y confió en su instinto para abalanzarse sobre el cazador, la bala solo le rozo el pelaje, fue cuestión de segundos, de un desconcierto frente al valor de ese animal, le costaron la vida, fue devorado.
Lo mismo hubiera ocurrido la mañana que descubrió al 'Hombre que ríe' husmeando fuera de su guarida, aparentemente en busca de algún escondite. Ala Negra planeaba atacarlo desde la retaguardia pero el hombre que ríe logro sentirlo y segundo antes de que se provoque el salto, giro el cuerpo y quedo frente a frente con la enorme bestia, ambos se miraron directo a los ojos por largo rato, Ala negra nunca podrá comprender que fue lo que lo retuvo, era obvio que el hombre que ríe no se parecía en nada a las personas que el había visto, pero a el no le importaba, no lo freno su indescriptible aspecto, fueron sus ojos, desde ese momento Ala negra había hallado en ese extraño un cómplice de alma, un ser tan solo como el en el universo, un ser despreciable por sus actos pero libre de cualquier insignia de maldad en el alma, porque la soledad no siempre significa oscuridad. ------------------- *en el texto de salinger en ningún momento hace referencia a la mitad de la oreja perdida al momento de realizar la descripción de Ala negra, es una modificación un tanto irrespetuosa que me atreví a hacer.
No puedo evitarlo, me gusta mucho ella, me gusta como habla,
me gusta lo que dice,me gusta cómo se viste, me gusta como escribe y como sus
gafas de sol adornan su cabeza. Tengo debilidad por su aroma y cuando su mirada
impacta con la mía es difícil describir, es una coalición de estrellas.
Recuerdo que desde la primaria la observaba con detenimiento
y esto me impulsaba a escribirle papelitos, con mensajes simples como hola
acompañado de carita feliz pero al momento de arrojárselos algo me detenía quizá
pensar en la remota posibilidad de que ella los rompiese frente a mí .
Recuerdo el día en que nos tocó como trabajo de personal
social realizar una pequeña encuesta a unos cuantos bloques de la manzana donde
casualmente ambas vivíamos, caminamos hasta al atardecer y ahí bajo ese sol
muriente que coloreaba de naranja el cielo me tomo de la mano el camino de
regreso, yo no dije nada solo me deje llevar pero era un momento perfecto que
secretamente había estado añorando mucho tiempo, tenía trece años y aun así
recuerdo ese como uno de mis días más felices.
A veces yo me armaba de valor y luego de media hora de reflexión
y ejercicios de respiración decidía manejar en bicicleta hasta su casa, tocar
el timbre y preguntarle a su mama si estaba que yo pasaba por ahí y pensé en
hacerle recuerdo de alguna tarea. Casi nunca estaba, no sé qué haría después de
clases, solo sé que no se encerraba en su cuarto como yo. Finalmente un día salió,
saco su bicicleta y me dijo para ir a dar una vuelta.
Recorrimos todas las calles cercanas a la urbanización incluso
llegamos hasta el supermercado que quedaba antes de la avenida, yo la observaba
montar esa bicicleta de una forma tan ágil y sensual que estuve a punto de
caerme varias veces debido a la distracción que me causaba, no se si ella lo
notaba pero se reía y no paraba de decirme
-¿todavía no sabes manejar?
-Jaja, no es eso… es que
-Ay, me muero de sed
-¿sí? , espérame un ratito
Entre al supermercado y le compre un agua helada, su marca
favorita y también un chocolate.
-Gracias sonsa, ¿y para ti no te has comprado
nada?
-No, estoy bien no te preocupes
Y la observe tomarse su agua y comerse su chocolate con una
sonrisa estúpida en mi cara.
Era curioso éramos bastante amigas, pero solo cuando nos veíamos
fuera de clases, adentro de la clase ella se juntaba con otro grupo y cuando me
acercaba a saludarla era seca y cortante. No entendía porque, un día decidí ir
y confrontarla pero al estar a una cuadra de su casa pude ver que ya había una
bicicleta en su entrada, y ella estaba conversando muy a gusto con un chico.
Como esta de más decir volví a mi casa entre sollozos, subí
a mi cuarto y di un portazo. Mi madre me preguntaba si estaba bien, que abriera
la puerta y le diga que había pasado, pero como esta de más decir nunca se lo
dije.
Pasó algún tiempo y ella se cambió de colegio para cuarto,
eso me permitió olvidarme del asunto, probé salir con chicos pero no dio ningún
resultado, encontraba algo desagradable e todos y cada uno de ellos y así
finalmente para quinto año ella decidió regresar, más linda que nunca.
La miraba cada vez que podía, era algo excesivo lo sé pero
no podía evitarlo, a veces nuestras miradas coincidían y ella se sonreía. Me daban
espasmos en el alma cada vez que eso ocurría.
Mis padres me obligaron a ir a viaje de promoción en una última
esperanza de que socialice ya que nunca habían conocido algún amigo mío durante
tantos años, yo la verdad no quería ir, el viaje era estar sola en diferente
ciudad, diferente país pero estar sola al fin. ¿De que sirven este tipo de experiencias si no
las puedes compartir?
El segundo dia de llegar a Brasil todos mis compañeros se
emborracharon brutalmente, yo leia un libro en mi alcoba del hotel, que curioso
que nadie haya decidido compartirla conmigo, pero que bueno que tengo
tranquilidad pensaba una y otra vez.
De pronto alguien toca con desesperación a mi puerta, me
pongo de pie Intrigada y la abro, era ella.
-Hola…
-Hola, todos están hechos mierda, ¿puedo quedarme
aquí?
-Caro, como quieras…
Inmediatamente se tumba en mi cama y yo seguía sin poder
asimilar que esto estaba sucediendo.
La deje tendida ahí, inconsciente y completamente ebria, que
descanse lo que quiera mientras la observaba pero luego a mí también me comenzó
a dar sueño y decidí ir a dormir junto a ella en la cama por la que había
pagado.
Me acomode delante de ella, dándole la espalda, su aliento saturado
de alcohol me incomodaba un poco, me dispuse a dormir hasta que sentí sus manos abrazarme, rápida y
delicadamente comenzaron a deslizarse por mis pechos.
Abrí los ojos y gire
a verla, ella permanecía con los ojos cerrados pero con una leve sonrisa, comencé
a sudar sin saber qué hacer, deseaba tanto ese momento, no podía contenerme.
Cogí su mano y comencé
a besarla poco a poco, ella no reaccionaba, me metí uno de sus dedos a la boca
y ella aun no parecía despertar solo sonreía, me di la vuelta y la tenía ahí cara
a cara, me acerque lo más posible a su boca, roce sus labios y entonces ella comenzó
a besarme.
No podía creerlo, no sabía que pasaría después solo estaba
disfrutando cada segundo, no podía creer que estaba a punto de suceder, comencé
a desvestirla ligeramente y a desvestirme yo, mientras la besaba por el cuello,
ella aun con los ojos cerrados exclamo
-Si, Javier…
Yo me quede inmóvil y no me dio tiempo ni de pensar en eso
porque una compañera abrió abruptamente la puerta
-¡Oye has visto a…! ay… ay perdón chicas
Cerró la puerta al instante y ella abrió los ojos y me miró
fijamente con ojos más desconcertantes que jamás han existido, como si hubiera cometido
el acto más infame del mundo, como si acabara de matar una persona. No me dijo
nada acomodo sus vestiduras sin mirarme y se fue cerrando de un portazo.
Quise retroceder el tiempo pero nada me quitaba lo había
sentido, ahora estaba más decidida que nunca. Como era de esperarse al volver a
clases ella ni me hablo ni me miro ni nada.
Aparentemente le había pagado o amenazado a la compañera que
nos vio, yo quería que todos se enterasen de lo que paso, pero no podía tomarme
la libertad de decirlo necesitaba su permiso, su aceptación, necesitaba saber
que ella también sentía este … amor.
La vi a través del pasillo me acerque tranquila y
confiadamente ella me vio y se dio la vuelta.
Mi celular vibro, acaba de llegarme un mensaje… es de ella,
tiene un archivo adjunto.
A diferencia de imágenes anteriores, visiones (que yo consideraba)
Nuestros seres desnudos
Son poesía pura
Un frenesí inquieto
Cubierto de sudor
Una ambrosía perfeccionada
Una magia perpetrada
Desde el inicio de los tiempos
Con cuanta voracidad disfrutamos del contacto
Y en este enérgico combate
Mientras me fundo con tu cuerpo
Caigo en la cuenta de que no te conozco
Mientras me abrazas tiernamente
Mientras exclamas alegorías de gloria
Me provocan ganas de dormir a tu lado
De repetir esto cada noche
De dibujar tu sonrisa
De descubrir quien eres...
Pero después me devuelvo al mundo
No sabría como amarte
No puedo ofrecerte eso
Definitivamente no es amor
Es solo el mejor sexo.
Este cuento es de finales del año pasado, pero con este inicio este año...
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La noche se mostraba honda y de un frio
incierto, las calles desoladas y los faroles parpadeando. Querías salir a dar
un paseo.
Prendí un cigarro a pesar de que sabía que no
te gustaba que fumase, que te hacía daño, prendí un cigarro y expulse el humo
directamente contra el cielo, observando maravillada como se perdía contra la
neblina.
Nos acercábamos hacia el final de la esquina,
desde lejos el rumor de una canción de Vilma palma e vampiros rompía con el
silencio de la noche, venia de un automóvil, algunos chicos se habrían quedado
celebrando.
-Vamos en dirección contraria
-No
-Vamos lejos del ruido
-No Felipe, no.
Permanecí inmóvil, no quería mas soledad y
oscuridad desierta, me bastaba con eso en mi día a día , quería quedarme cerca de la música,
porque no quizá beber algo con los muchachos, después de todo hace poco éramos
como ellos, hace tan poco tú eras tú.
-Vamos a tomarnos algo con esos
muchachos
-¡No! ¡Qué te pasa! ¿estás loca?
Ignorando su
respuesta, empuje con todas mis fuerzas su silla de ruedas hacia la dirección
del auto, el en un movimiento rápido me quito el cigarro de las manos y me lo
presiono contra el brazo izquierdo.
Solté un alarido y
deje de sujetar la silla, mientras él se daba la vuelta para alejarse pude
notar una especie de brillo en sus ojos, estaba feliz había conseguido dañarme
aunque muy superficialmente me había herido y ahora se salía con la suya.
Hubiera deseado no
reaccionar así, como una niña, pero ese es el problema con nosotros, a tan
avanzada edad, jamás pudimos dejar de ser niños, descubrimos que así se
disfruta más pero también se sufren sus respectivas consecuencias.
Corrí hasta
alcanzarle, no fue difícil, Felipe ya
estás muy viejo, lo arroje de la
silla y comencé a darle puntapiés.
-¿¡Quien te crees viejo!? ¡A mí no
me vas a cagar así!
Felipe solo se
quejaba y se tapaba la cara, no decía nada, sabía muy bien que se había pasado
de la raya y ahora estaba siendo castigado, yo ya estaba harta de soportar todas sus cosas de cumplirle sus caprichos, de
llevarlo aquí o allá, yo ya estaba harta y cada patada lo demostraba; Pero el
al parecer el estaba harto también por eso con toda la fuerza de sus brazos que
alguna vez me estrujaron hasta dejarme sin aliento, me agarro de la pierna y jalo hasta conseguir que resbale y caiga
alrededor suyo.
Cerré los ojos me
golpeé muy fuerte la cabeza, volví a abrirlos esperando lo peor pero no sucedió
nada de lo que pensaba, Felipe al lado abrió también los ojos y repentinamente
se incorporo ante mi sorpresa, sentado observo a su alrededor todo como si lo
estuviese viendo por primera vez, contemplo por largo rato una botella de
plástico vacía tirada en medio de la vista, durante ese momento yo intente
moverme pero mi cuerpo no respondía, especialmente mis piernas, carajo no me habré roto la columna,
Felipe voltio a verme como si hubiera leído mis pensamientos y puedo jurar que
me dio la impresión que esbozo una leve sonrisa.
Lo vi ponerse de pie
sin mayor dificultad, sentí una mezcla de asombro y pánico, luego de tantos
años, y ahora que va a ser de mí.
Me contemplo largo
rato en el piso, sin poder moverme absorbió mi miedo y mi vulnerabilidad pero
permaneció con la expresión intacta como la compasión que tendría un animal de
otro de su especie, se dirigió hacia la botella vacía y la pateo con todas sus
fuerzas, reboto en la vereda y regreso hacia el otro lado de la calle
expandiendo una ola de ecos, una sinfonía de pequeños golpecitos que
destruyeron la calma e hicieron que la música de Vilma palma se acabara.
Felipe se acerco a
mí, creí que me ayudaría a levantarme, pero comenzó a patearme sin que yo
tuviera la menor sospecha, así era él, impulsivo, mientras sentía su duro
zapato impactar con diferentes partes de mi cuerpo solo atine a cubrirme y a implorar
que me perdonase, que me perdonase por todo.
Volví a sentir un
dolor en la cabeza y abrí los ojos estaba ahí recostada y Felipe a mi lado
junto a su silla de ruedas, creí que se trataba de un sueño hasta que me
levante y comprobé que mis extremidades respondían, entonces me dispuse a
despertarlo para irnos a de vuelta a
casa, lo subí con dificultad a la silla y lo conduje.
Faltando una cuadra para llegar note que no se
movía, cogí su mano y estaba helada, los ojos se me pudieron vidriosos y me
acerque a su oído para susurrarle: Perdóname.