--------
La noche se mostraba honda y de un frio
incierto, las calles desoladas y los faroles parpadeando. Querías salir a dar
un paseo.
Prendí un cigarro a pesar de que sabía que no
te gustaba que fumase, que te hacía daño, prendí un cigarro y expulse el humo
directamente contra el cielo, observando maravillada como se perdía contra la
neblina.
Nos acercábamos hacia el final de la esquina,
desde lejos el rumor de una canción de Vilma palma e vampiros rompía con el
silencio de la noche, venia de un automóvil, algunos chicos se habrían quedado
celebrando.
-
Vamos en dirección contraria
-
No
-
Vamos lejos del ruido
-
No Felipe, no.
Permanecí inmóvil, no quería mas soledad y
oscuridad desierta, me bastaba con eso en mi día a día , quería quedarme cerca de la música,
porque no quizá beber algo con los muchachos, después de todo hace poco éramos
como ellos, hace tan poco tú eras tú.
-
Vamos a tomarnos algo con esos
muchachos
-
¡No! ¡Qué te pasa! ¿estás loca?
Ignorando su
respuesta, empuje con todas mis fuerzas su silla de ruedas hacia la dirección
del auto, el en un movimiento rápido me quito el cigarro de las manos y me lo
presiono contra el brazo izquierdo.
Solté un alarido y
deje de sujetar la silla, mientras él se daba la vuelta para alejarse pude
notar una especie de brillo en sus ojos, estaba feliz había conseguido dañarme
aunque muy superficialmente me había herido y ahora se salía con la suya.
Hubiera deseado no
reaccionar así, como una niña, pero ese es el problema con nosotros, a tan
avanzada edad, jamás pudimos dejar de ser niños, descubrimos que así se
disfruta más pero también se sufren sus respectivas consecuencias.
Corrí hasta
alcanzarle, no fue difícil, Felipe ya
estás muy viejo, lo arroje de la
silla y comencé a darle puntapiés.
-
¿¡Quien te crees viejo!? ¡A mí no
me vas a cagar así!
Felipe solo se
quejaba y se tapaba la cara, no decía nada, sabía muy bien que se había pasado
de la raya y ahora estaba siendo castigado, yo ya estaba harta de soportar todas sus cosas de cumplirle sus caprichos, de
llevarlo aquí o allá, yo ya estaba harta y cada patada lo demostraba; Pero el
al parecer el estaba harto también por eso con toda la fuerza de sus brazos que
alguna vez me estrujaron hasta dejarme sin aliento, me agarro de la pierna y jalo hasta conseguir que resbale y caiga
alrededor suyo.
Cerré los ojos me
golpeé muy fuerte la cabeza, volví a abrirlos esperando lo peor pero no sucedió
nada de lo que pensaba, Felipe al lado abrió también los ojos y repentinamente
se incorporo ante mi sorpresa, sentado observo a su alrededor todo como si lo
estuviese viendo por primera vez, contemplo por largo rato una botella de
plástico vacía tirada en medio de la vista, durante ese momento yo intente
moverme pero mi cuerpo no respondía, especialmente mis piernas, carajo no me habré roto la columna,
Felipe voltio a verme como si hubiera leído mis pensamientos y puedo jurar que
me dio la impresión que esbozo una leve sonrisa.
Lo vi ponerse de pie
sin mayor dificultad, sentí una mezcla de asombro y pánico, luego de tantos
años, y ahora que va a ser de mí.
Me contemplo largo
rato en el piso, sin poder moverme absorbió mi miedo y mi vulnerabilidad pero
permaneció con la expresión intacta como la compasión que tendría un animal de
otro de su especie, se dirigió hacia la botella vacía y la pateo con todas sus
fuerzas, reboto en la vereda y regreso hacia el otro lado de la calle
expandiendo una ola de ecos, una sinfonía de pequeños golpecitos que
destruyeron la calma e hicieron que la música de Vilma palma se acabara.
Felipe se acerco a
mí, creí que me ayudaría a levantarme, pero comenzó a patearme sin que yo
tuviera la menor sospecha, así era él, impulsivo, mientras sentía su duro
zapato impactar con diferentes partes de mi cuerpo solo atine a cubrirme y a implorar
que me perdonase, que me perdonase por todo.
Volví a sentir un
dolor en la cabeza y abrí los ojos estaba ahí recostada y Felipe a mi lado
junto a su silla de ruedas, creí que se trataba de un sueño hasta que me
levante y comprobé que mis extremidades respondían, entonces me dispuse a
despertarlo para irnos a de vuelta a
casa, lo subí con dificultad a la silla y lo conduje.
Faltando una cuadra para llegar note que no se
movía, cogí su mano y estaba helada, los ojos se me pudieron vidriosos y me
acerque a su oído para susurrarle: Perdóname.