viernes, 18 de febrero de 2011

Sábado


- ¿Por qué existen mujeres que les gusta?


Lo pienso menos de un instante.

- No lo se… simplemente a algunas les gusta… yo tengo amigas que…

Y luego vuelvo a pensarlo, quien ha determinado que el sexo debe ser exclusivamente para el disfrute de los varones, porque a nosotras no nos va gustar, que tendría de malo ir por la vida buscando solo eso, por que ese aspecto debe ser mal visto y hasta juzgado por nuestro propio género

- La naturaleza propiamente sentimental de la mujer le dificulta que se involucre o busque algo puramente sexual, pero últimamente he sabido de muchos casos donde esa naturaleza parece estar muerta, creo que estamos en una nueva etapa donde pueden vencerse tabús como esos , basados claro en ideologías retrogradas.



- Les gusta la huevada - repone- mientras le da un sorbo a su vaso de cerveza de a cuatro soles la botella, como si no hubiera escuchado nada de lo que dije, o como si mis palabras hubieran llegado hacia él en forma de balbuceos incoherentes propios de una mujer a la defensiva en medio de un bar.



No digo nada y bebo también, entonces me tomo un tiempo para examinar al individuo que tengo sentado al frente que hasta hace unos días no conocía personalmente, es una especie de niño con mente de adulto, la voz, la forma todo le pertenece al niño excepto por lo que maquina, pero de alguna manera visualmente me siento a salvo con el niño, debo aferrarme a mi niño interior lo mas que pueda antes de partir a nuevos mundos, esta noche no temo, estoy a gusto, tonight im not a woman.



Va juntando con cautela lo poco de hierba que le queda, lo acomodamos en la pequeña pipa, saco mi encendedor y trato de prenderla, pero con cuidado, así bien caleta, no vaya a ser que el cantinero nos mire, no importa, esta zampado lo note casi desde que entre, con esa mueca desencajada de perverso, esos pasos ondulantes y especialmente cuando se hizo el cojudo a la hora de pedirle el vuelto.



- Quisiera ir a cusco por mi cumpleaños, no conozco.

- Allí hay full bricherismo

- Así dicen

- ¿alguna vez te has levantado a un gringo?

- No



El humo que esboza trazos vagos y formas indefinidas sobre el lienzo compuesto por un ambiente denso, pestilente y sobre todo verde me distrae, miro hacia las gradas que dan al segundo piso, allá supuestamente la cosa es mas maleada, y no va a ser, acabo de ver subir a “Fonsi” ¿Quién? Fonsi, el de “Happy Days”… realmente me pregunto como vine a dar aquí, que hago hablando contigo de cosas tan descabelladas como hace un rato de rituales de la wicca donde exigían mantener relaciones bajo la luna llena en cierta posición en cierta fecha, en cierto momento, vienen a mi imágenes de vino y sangre desparramadas sobre una ilustración de estrella, me asusto y quiero volver al niño y a los días felices.




Mucho humo después…


el cantinero cierra con seguro el baño de hombres, después de un rato la escena se torna en la siguiente: el baño de mujeres se vuelve mixto, intercambio risas y miradas cómplices con mi compañero de mesa, parejitas entran, parejitas salen luego de un rato, después se asoman un grupo de chicas, están borrachas, están perdidas, entre risitas y toqueteos se convencen para entrar de dos en dos, de cuatro en cuatro al diminuto cuarto de servicio higiénico, al chibolo que tengo al frente se le salen los ojos.




- Si una de ellas te clavara la mirada y te llamara con un dedo ¿te les unirías?

- Pero obvio que si, ¿no me vas a decir que tu no?



Jajajaja, rio un poco pero no digo nada, y eso me preocupa, pienso un poco, y eso también me preocupa porque generalmente pienso mucho, estas chicas están bien guapas, son de cara verdaderamente bonitas y tienen bonita figura, solo se visten extraño y el maquillaje esta un poco corrido, para nadie es un secreto que estas chicas son unas perras, allí voy otra vez juzgando a mi propio genero, pero creo que pensé en voz alta, todos nos miran, siento los ojos juiciosos de un anciano de la mesa del costado posarse sobre mi, por que este señor me mira, por que no puede ser como los otros viejos-camisaabierta de la mesa de al fondo que solo se ocupan y beber y conversar en tono alto y pacharaco de sus asuntos, porque el metalero que esta en la puerta del baño me observa y me regala una sonrisa tenebrosa, veo a mi acompañante, el también sonríe como un estúpido, espero la sonrisa haya sido para él o quizá no haya ningún metalero quizá sean efectos del alucinógeno, quizá mi amigo ni esta sonriendo, hace una mueca extraña porque esta drogado, el nunca sonríe.



Trato de pararme para realizar una llamada afuera, quizá un amigo que ronda estos lares tiene mercancía, ni bien me paro el asiento de esta pocilga de establecimiento se viene abajo



- Déjame ayudarte



Como si fuera una vulgar borracha acostumbrada a anidar en estos recovecos, soy una solitaria borracha acostumbrada a escuchar canciones tristes en la oscuridad de mi alcoba, y vuelvo a preguntarme al salir a la calle y vislumbrar jaurías dispersadas de bichos raros, este seria mi paraíso si esta fuera mi ciudad, pero no, estoy en la puerta de un bar de malamuerte en Miraflores y agujero verdoso repleto de personajes e historias.


Regreso a la mesa y con determinación seco el último vaso



- ¿Qué paso?

- Nos vamos, quiero caminar un rato.




Caminamos y caminamos, reímos y esquivamos los autos asesinos, dimos mil vueltas al parque Kennedy, él se detiene frente a un poste a contemplar un anuncio de fiestas infantiles, cuestiona la veracidad circunstancial y tangible de una ilusión mediante el personaje de Barney, si ese dinosaurio morado que sale en la televisión para embrutecer a tus hijos, en el que poco a poco él se va convirtiendo, te veo morado y ya estas hablando con esa vocecilla aguda que tanto repudio, ni si quiera mi niño interior esta a gusto, por eso escapo y trato de mezclarme con los gatos, fundirme con la naturaleza de lo que para mi visualmente es una representación del cielo.



- ¿Quieres un Helado?



Salimos de la heladería a esas altas horas de la noche con nuestros conos, muy felices y saltinbanquis la inocencia hoy a triunfado, quiero pensar, pero el helado es mas que nada para quitarse ese sabor a cannabis de la boca.


Llego la hora de despedirse, será hasta una próxima oportunidad, se va mientras yo camino en dirección opuesta, el helado se me escurre entre los dedos, no puedo contener tanta delicia, vuelve a tener sentido, me recupero, nada puede ser tan bueno para mí, lo arrojo a la basura y me voy calle abajo hacia un lugar donde nuca quise ir y nunca quiero regresar.


La noche donde enfrente mi destino, fue un desperdicio de sábado.

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