viernes, 16 de julio de 2010

El Turno


Fue rápido, preciso, lo ví todo.
Aguardaba tras la puerta, sin emitir un solo sonido, temblando involuntariamente y había sudado ya casi la mitad de mi peso.
Uno de los encapuchados, el único que no sostenía un arma extrajo de su bolsillo un afilado cuchillo que hundió deprisa en el cuello del gordo que tenia los ojos vendados, este se estremeció y lanzo un grito desgarrador que fue contenido por la sucia mano de uno de ellos.
Recordé las piletas de la plaza de la ciudad que admiraba cuando era pequeño, irremediablemente pensé en eso mientras observaba como la sangre se abría paso en pequeños chorros que salían disparados y salpicaban elevándose un poco coloreando la garganta del gordo mientras se ahogaba con su propio liquido en un acto de lo mas espeluznante, una especie de proceso biológico brutal; aun no estaba muerto pero continuaron cortando con mucha fuerza y dificultad sus tejidos hasta llegar al hueso, naturalmente yo deje de ver , observaba el piso pensando en que todo esto solo formaba parte de una ficción alternativa, después de todo así parece ser, nadie quiere enterarse que suceden estas cosas y los que se enteran pretenden que no es verdad , prefieren negar el hecho de que hace tiempo que jugamos a disfrazarnos de humanidad, pero en realidad no somos mas que animales.
Le arrancaron por completo la cabeza, entonces la cámara dejo de grabar. Retiraron el cuerpo decapitado de la silla y esperaron un rato. Cerré los ojos y le suplique a Dios que rápidamente desprendiera mi alma de mi cuerpo, pero la cámara volvió a encenderse y el tipo que aguardaba tras de mi me empujo.
-           Te toca.       

Miedo

fotografia de archivo perteneciente a Jose Carlos Chihuan

-          Tengo miedo
-          Shh, cállate y déjate de mariconadas.

Joseph tenía apenas dieciséis años, este no era su primer asalto pero de alguna manera la atmosfera cargada y tensa pesaban sobre su cabeza, un presentimiento negativo, una mala espina se abría paso a través de su angustiosa garganta.
Arriero de veintitrés y Jafo de veinte aguardaban tras un automóvil estacionado al frente de la calle, eran casi las dos de la mañana y en los huesos alcanzaba a sentirse el dolor del paso del aire helado de la madrugada, ampliaba grietas, hacia rechinar los dientes, y el compas absorto del latido de alguno de sus corazones parecía detener el tiempo.
Jafo saco un espejo de su polvoriento bolsillo y lo apunto hacia el poste que alumbraba la calle, lucho recibió la señal enseguida, codeo al muchacho, se levanto y avanzo firme y decido.
Joseph se había orinado. Como era de noche nadie se dio cuenta, o quizá a nadie le importaba, no había tiempo para pensar en cojudeces, se limpio las sudorosas manos mas mojadas que sus pantalones contra la polera, se puso la capucha y avanzo temeroso e indeciso.
La camioneta se detuvo frente al edificio; Joseph y Lucho se encontraban ya muy cerca, ni tiempo les die de bajarse a los pobres, ni cuenta se dieron de lo que se les venia.
-          ¡ Esto es un asalto carajo ¡
El periodista y su chofer sonrieron temerosamente.
-          Debe tratarse de una broma…
-          ¿no han escuchado? ¡bájense del carro mierda!
Joseph permanecía callado, con la mirada gacha pero apuntando firmemente el arma.
Se acercaron Jafo junto a Arriero y acogotaron a las victimas a punta de navaja mientras Lucho y Joseph registraba el vehículo. Se procedo a abrir la maletera, Lucho realizaba la labor con exhaustivo detalle pero a la vez con una rapidez impresionante y Joseph le hacia la guardia, instintivamente sus ojos se posaron por segundos sobre Jafo y el chofer.

Jafo, gordo querido, zambo y fumón empedernido.
Siempre haciéndonos cagar de risa cuando la pasábamos mal, saliendo con ideas locas para conseguir mas plata, burlándose de mi por ser el mas guagüito y el mas inocentón. ¡Su jale tenia nomas el gordo! nunca faltaban flacas en su habitación y
Nunca faltaba brillo en sus ojos.

El chofer introdujo su mano muy disimuladamente mientras Jafo observaba muy sonriente el botín que Lucho mostraba cachaciento.

Lucho… lucho me había enseñado todo lo que se, lucho me rescato y me llevo a vivir con todos, siempre mostrándose como el malo, un rostro fiero y un ímpetu impenetrable pero tenia un gran corazón el huevón, mas que mi primo lucho era como mi hermano mayor, solo me llevaba dos años, pero parecía que la experiencia de la vida le atribuía muchos mas.

Todo se produjo con la velocidad de un parpadeo, el chofer levanto una pequeña pistola y disparo, la bala le atravesó a Jafo la cabeza de una manera tal que no le dio ni tiempo para borrar la sonrisa de su ahora desencajado rostro sobre el piso.
-          ¡No!
Joseph apunto hacia el asesino, nunca en su vida había estado tan determinado en matar a alguien pero antes de que presionara el gatillo otra bala impacto al chofer derribándolo y obligándole a soltar un horrible alarido.
Fue Lucho , con el rostro deformado por la furia , se acerco con suma frialdad en sus pasos para dar el tiro de gracia , sin piedad alguna disparo una y otra vez a la cabeza del chofer, reduciendo su cráneo a una mezcla amorfa de fragmentos de hueso, sesos y sangre. Joseph se orino y ahora quería vomitar.
Arriero observaba horrorizado mientras apretujaba la navaja al cuello del periodista y con la otra mano le tapaba la boca conteniendo sus gritos de pánico.

Al Arriero siempre lo jodían por feo y por ‘Arreola’, pero no hablamos de un feo cualquiera, era mas feo que tomarse un licuado de bilis con menudencias, esquelético, negro y con una barba prominente, estaba un poquito loco y aunque era el mayor de todos no pensaba mucho, solo cumplía lo que se le mandaba y lo cumplía muy bien.

-          Bájatelo , todo salió mal
-          Pero Lucho …
-          ¡Degüéllalo  carajo!  igual ya estamos cagados.

Casi como practicando un arte , Arriero deslizo la navaja por la yugular del periodista quien se estremeció grotescamente tratando de lanzar un aullido ahogado que se iba desvaneciendo en medio de las gárgaras que hacia su propia sangre.
-          Vámonos de acá
Inmediatamente después de sugerir la huida, el rumor del sonido de las sirenas se metió por los oídos de todos paralizando sus sentidos, un patrullero que vigilaba la zona se hacia presente gracias a la bulla que desato la balacera.
Arriero y Joseph corrieron haciendo uso de todas sus fuerzas, ni siquiera notaron que Lucho ni se movió, contemplaba el cadáver de su amigo, su entrañable gordito, en un rictus de compasión y ternura.
-          No te dejare …
A Lucho le salió una bala por el brazo, y otra por la pierna y aun así se mantenía en pie con la mirada fija quizá enfrentando por fin su inevitable desenlace, finalmente una bala le salió por la nuca cayo entonces vencido , sin gritar , sin suplicar por su vida y sin cerrar los ojos.
Al Arriero lo agarro una bala detrás de en la canilla, atrás y tropezó.
-          ¡Corre chibolo, corre! ¡Sálvate!
No paro de gritar hasta que el sonido de un segundo disparo silencio su suplica.
Joseph se detuvo cansado solo por un instante, sentía que de no hacerlo su corazón se le saldría por la boca; lo pensó y en un acto de supervivencia se arrodillo y levanto las manos, los policías lo alcanzaron, fue tirado contra el pavimento y le cayeron un par de patadas y puñetes, lo esposaron y le condujeron de los pelos hasta el interior del patrullero.
Cuando optas por vivir como un criminal, pierdes el derecho a absolutamente todo, ¿trato humano? Más te valdría estar muerto.
Las palabras que alguna vez Lucho pronuncio rebotaban en la cabeza de Joseph
 No, mejor piensa en lo que hubiera dicho Lucho si hubiera tenido suerte, si hubiera estado aquí conmigo… “para la próxima vez no te olvides de revisar si alguno trae un arma huevón”.
A través de la ventana observaba las calles que muy pronto dejarían de se suyas, ese seria el trayecto mas corto del mundo y luego al pensar en todo lo que le deparaba se dio cuenta que estaba equivocado al pensar que lucho no había tenido suerte, ahora estaba mas solo que nunca, saboreo una amarga sensación que superaba todas las que había experimentado en su vida, conocía por primera vez lo que era el miedo y deseaba tanto estar como sus amigos, bien muerto.

Proceso




Lo primero era una sensación de que me hallaba sola justo como cuando naci ; algunos me dijeron que resultaba imposible el hecho de que lo recordase, que quizá era un falso recuerdo inducido por uno de todos los viajes auspiciados por sustancias narcóticas que he tenido; sin embargo claramente lo recuerdo(…)
Me vuelve ahora a la cabeza, quizás con la forma de un sueño.
Mi retina chocaba con el umbral de la luz por primera vez e inmediatamente procedí a cerrar los ojos  por miedo, por negación. Me había acostumbrado a mi envoltura acuosa, mi húmedo y confortable ambiente intrauterino, al cálido vientre de mi madre  me había adaptado tan bien, que este nuevo paso a otra modalidad de vida me aterraba.
Naci por fin, llore y llore desconsolada con una angustia encima que apretujaba mi pequeño corazón, con esa sensación de que me hallaba sola, arrojada a la vida abruptamente y antes de tiempo, a un universo de existencia compleja y desmesurada. El doctor, las enfermeras, mi madre y quizá mi padre en la sala de espera, estaban ahí pero no significaban nada, yo no había desarrollado la inteligencia como para reconocer o establecer algún vinculo con alguien por eso me sentía sola, me hallaba sola en este mundo y mi llanto era quizás un rumor sordo y desesperado que paso desapercibido para todos.
Después de recordar  mi primera sensación  de soledad y desconcierto vino inmediatamente el frio;  una calidad fuertísima de enfriamiento que nunca antes había experimentado, mi cuerpo se transformaba poco a poco en un trozo de hielo y repentinamente todo el calor que aun almacenaba mi organismo se esfumo de mi cuerpo tan rápido como la sonrisa de mi madre de su apacible rostro cuando le conté mis planes para el futuro, aun lo recuerdo.
Mi temperatura corporal armonizo perfectamente con la del ambiente, era una oscura tarde de invierno justo como me gustaban y ahora me sentía una figura pálida y muy poco decorativa sobre un fondo ornamental, un objeto.  Con mucha dificultad conseguí levantarme  y me dispuse a parar este proceso, buscar prendas abrigadoras para consolarme. Camine un poco pero me maree bastante, definitivamente algo no andaba bien conmigo, percibí la extrema dificultad que me resulta la acción mas simple, como abrir la gaveta y coger la ropa con las entumidas manos, tenia una especie de impedimento intangible, inexplicable y que me cuesta mucho describir, me faltaban fuerzas o se trataba también de una rigidez involuntaria y constante. Los minutos se volvieron horas, perdí la noción del tiempo  cuando note que oscureció por completo y entonces decidí desistir de la tarea, el frio se volvía cada vez parte de mi, una carga tolerable pero en cambio me dejaba una sed que flagelaba mis sentidos; las cavidades de mi boca se encontraban completamente secas y mi lengua era ahora un ente pastoso y pesado.  Hubiera dado todo lo poco que me quedaba por probar solo una gota de agua pero es que todo se me volvió confuso, comencé a olvidar gradualmente detalle a detalle todo respecto a todo, no recordaba nada sobre mi vida, no recordaba donde quedaba la cocina,  no recordaba como servirme agua, comencé a olvidarme del día y de la noche, del tiempo y del espacio. No sabía donde rayos estaba y me olvide hasta de mi nombre, pero no quien era.   
Reuní mis últimos esfuerzos y me acerque hacia esa cosa brillante, esa cosa que mostraba mi reflejo, para contemplar lo que quedaba de mi, los restos bien armados de este ahora espantoso ser, los vestigios innegables de alguien que alguna vez canto en la iglesia, se enamoró, contemplo la lluvia desde la ventana del autobús mientras masticaba chicle, compartió quizá contigo alguna mirada cómplice, rió hasta mas no poder, cedió ante sus instintos, se sintió sola, lloro en silencio, cometió errores y se dio también por vencida. 
La imagen mórbida en que me había convertido no me asustaba, vagamente alcanzaba a reconocerla, además que mi visión tenia cada vez un rango mas limitado dado que mis globos oculares se sumergían poco a poco en las cuencas de mis ojos , me arranque la blusa que llevaba puesta con movimientos torpes y secos para sentirme real por ultima vez , me di la vuelta  mientras observaba aun mi cuerpo, aparecieron ya avanzados signos de lividez, una mancha rojiza dominaba casi toda la superficie de mi espalda y ahora también de un lado de mi rostro, todo pareció ocurrir a una gran velocidad, sentí asco y esa fue la ultima sensación que tuve.
Cerré los ojos y pude ver como me acercaba hacia el umbral que me separaba de la luz, una vez mas quise detenerme y mis parpados se elevaron lentamente de nuevo. Quizá por eso mi espíritu no abandona aun este cadáver, por miedo, me había acostumbrado a mi vida monótona y aburrida, al confortable estado de mi soledad  me había adaptado tanto que este nuevo paso a otra modalidad de vida , a una semi -existencia eterna y espiritual o a un posible castigo perpetuo me aterraba.
Lo siguiente son imágenes mías en los periódicos y en la televisión, hablaron de eso a lo sumo dos días, luego se olvidaron. Yo extendida sobre el suelo de mi habitación, el vaso del coctel fatal todavía reposando sobre la mesita de noche, la alcoba en su esplendor, un desorden pleno, las ultimas percepciones racionales de lo que fue mi mundo, en esas cuatro paredes perecían los estigmas finales de la paradoja de mi vida  y justo cuando esta todo a punto de acabar, me veo  condenada a repetirlo todo de nuevo.
Lo primero que sentí era una sensación de que me hallaba sola...